¿Por qué las precauciones con los plaguicidas?
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Los plaguicidas pueden ser beneficiosos o perjudiciales para la salud de las personas, para el ambiente o para las plantaciones en general. Todo depende del compromiso y conocimiento que se tenga para su uso adecuado.
Hay que tener presente, que conforme se ha visto la necesidad de aumentar las áreas de siembra en el planeta, se ha provocado un desequilibrio en las poblaciones y se han contaminado suelos que antes tenían un gran potencial para la agricultura.
Este desequilibrio, en parte provocado por lo que se denomina monocultivo, es decir, la siembra en grandes áreas de un solo cultivo, ha ocasionado que ciertos insectos, ácaros, bacterias, hongos, aves, roedores, se multipliquen a mayor velocidad y causen daños económicos a los cultivos.
Es por ello, que se ha tenido que incorporar herramientas de control o plaguicidas en las producciones agrícolas.
Los plaguicidas están diseñados para ayudarnos en la producción de los cultivos, protegiéndolos de sus enemigos las plagas, las enfermedades y las malezas competidoras.
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Al igual que los medicamentos, que usados de acuerdo a las instrucciones nos sanan de nuestras enfermedades, cuando son usados en exceso y con descuido, son capaces de causarnos muchos problemas.
Los plaguicidas mal usados son capaces de causarnos problemas como la intoxicación de nuestro cuerpo cuando los manipulamos con descuido o los empleamos sin cumplir con las instrucciones y procedimientos necesarios.
Se debe tener claro que los plaguicidas son capaces al mismo tiempo de ser beneficiosos o perjudiciales para el hombre.
De tal forma que como en la ilustración que presentamos una misma persona tiene la posibilidad de actuar bien o mal, todo depende de sus decisiones personales.
Además hay que tener en cuenta que al ser usados para la producción de alimentos, las decisiones que tomamos sobre el uso de los plaguicidas podrían afectar a todas las personas que sin saberlo consumen el alimento al cual se le aplicó un plaguicida mal empleado.
Entonces, es un asunto de compromiso y responsabilidad de cada uno de los que tenemos que usar los plaguicidas para producir los cultivos que alimentan a nuestros consumidores, vecinos, amigos, familiares, niños, ancianos y a nosotros mismos.
Es un asunto de respeto al derecho a la salud que tienen todos los demás, al igual que nosotros.
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Debo decidir si quiero sentirme uno de los responsables de producir los alimentos necesarios para la vida, o sentirme avergonzado de irrespetar la vida, produciendo alimentos dañinos solo porque no me comprometí con cumplir con las instrucciones para el buen uso de los plaguicidas.
De forma parecida a la ilustración anterior en este caso yo decido en cual grupo estoy, en el de los que se deberían sentir tristes por no respetar la vida o en el de los que se deben sentir satisfechos por hacer las cosas bien.
Las compañías que producen los plaguicidas invierten muchos años de trabajo de equipos de científicos y muchos miles de millones de dólares en desarrollar los nuevos plaguicidas, para estar totalmente seguros de que si se usan correctamente no causan ningún problema de salud a las personas que los emplean y a las que consumen los alimentos donde se aplicaron.
Es por ello que se deben acatar todas las instrucciones que se indican para cada uno de los productos insecticidas, bactericidas, fungicidas o herbicidas. A estos estudios se les llama, estudios toxicológicos y todo plaguicida que se registre en un país debe aportar esta información para que le autoricen el registro y pueda comercializarlo.
Dentro de esta información que se aporta y se genera, se deben presentar estudios que indican cuánto tiempo puede permanecer el plaguicida en el suelo, o en el agua, se estudia además si tiene o no efecto sobre aves, peces u otro tipo de animales.
En la ilustración siguiente le presentamos con detalle los movimientos de un plaguicida en el ambiente después de ser aplicado.
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Se realizan también estudios para saber cuál es la dosis de producto que puede causar la muerte o daños a una persona, además se realizan estudios sobre cuánto es el tiempo que una persona puede estar expuesta a un plaguicida sin que sufra daños a su salud.
Por otro lado, se realizan estudios de cuál es la dosis y la frecuencia de aplicación de un plaguicida para controlar una plaga o enfermedad, además de cuánto tiempo se debe dar desde la última aplicación al momento de la cosecha. Esto con el fin de que al consumir el alimento no se exceda la cantidad máxima de residuos de ese plaguicida que podrían causar daño a la salud de las personas.
La ilustración siguiente nos recuerda que siempre debemos tener presente a las poblaciones más vulnerables como son los niños que no deben empezar con el consumo de residuos de plaguicidas desde edades tan tempranas.
Para asegurar que el uso de un plaguicida sea a favor de la vida de las personas TODOS SIN EXCEPCION debemos cumplir responsablemente, sin descuidos, ni excusas las instrucciones de uso de los plaguicidas.
A continuación se muestra las propiedades químicas de un agroquímico, que deberían conocerse antes de utilizarlo. Más adelante le indicamos adónde se puede tener acceso a esta información. Por lo general solo conocemos las etiquetas y los panfletos pero este tipo de información también debe conocerse al momento de tomar una decisión sobre qué plaguicida usar y cómo usarlo.
En la siguiente ilustración se le presenta un ejemplo de este tipo de datos:
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Todo el esfuerzo de investigación para producir un plaguicida seguro y todo el esfuerzo de los gobiernos para asegurar su seguridad y vigilar su uso seguro, puede ser inútil si el usuario del producto no es respetuoso de su propia vida y de la vida de los demás y los manipula y aplica irresponsablemente.
A esta serie de instrucciones se les ha llamado BUENAS PRACTICAS AGRICOLAS y con su conocimiento y puesta en práctica podríamos asegurar la inocuidad de nuestros productos es decir, que nuestro producto no es dañino para el consumidor, para el que lo produce o para el ambiente.